"Sí, esta novela es demoledora, inusual, perversa. Pero qué bueno; ya hacía falta en un medio tan mojigato como el nuestro. Por estar contada en primera persona por una adolescente, diría que la obra es el equivalente femenino de novelas como De perfil (José Agustín), aunque necesariamente inscrita en otros tiempos y en circunstancias diferentes.
Ignacio Trejo Fuentes, Revista Siempre!
"Me pareció muy profunda, sobre todo muy sincera y bien llevada, con el necesario humor, con personajes memorables, una pintura de ese difícil paso a la vida que podríamos llamar adulta si es que alguna vez lo logramos. Me encantó, de verdad, y me alegró poder leerla de un tirón porque eso es lo que reclama, una lectura atenta y emocionalmente comprometida. El lenguaje está perfecto, tratado con liviandad y a la vez con conocimiento.
Luisa Valenzuela, carta personal a la autora.
"Réquiem por una muñeca rota trata entre otras cosas, de ese espanto que es la belleza, de la carne triste con que se fabrica la pulpa de las flamantes páginas de las revistas de moda: niñas explotadas, futuras señoras suicidas, empelucadas, delirantes o sólo anoréxicas en el mejor de los casos. Figuras que venden el cuerpo en las revistas y las secciones de espectáculos de los diarios y que, a la vez, tienen que representar el papel de castas hijas de familia en las secciones de sociales. Esa falsa moral, en este país de doble vista, rompe a las niñas, la despedaza como muñecas y, sin embargo, preserva aquellas partes del cuerpo que podrán concebir hijas que también serán muñecas rotas.
Ana García Bergua, La Jornada
"Gil concibe un lenguaje en el que la ironía lleva de la risa a la reflexión, en una vuelta de hoja. Situaciones sencillas son precedidas por momentos de tensión, donde las palabras se convierten en una denuncia en contra de la violencia sexual. La anécdota central se eslabona linealmente, lo que da como resultado una lectura ágil e interesante.
Marduck Obrador Cuesta, La Jornada
"Se trata de una intensa bildungsroman, tal vez la primera de calidad que produce esta generación de narradoras.
Agustín Cadena, Hoja por Hoja de Reforma
"Eve Gil la escribe como una mujer casi niña que emplea, por juego o por placer de curiosidad, las palabras temibles del primer deseo en un estilo efervescente, por momentos arrebatado como el primer beso, en otros terorífico como la violencia sexual.
Francesca Gargallo, contraportada primera edición.
"Sin embargo, la autora, insatisfecha con la sublimación trágica de las heroínas, da un último y magistral golpe de timón y vuelve a invocar al lobo con sus colmillos grises y cotidianos, con su aliento anodino, para arrebatarnos hasta la última posibilidad de creer, de idolatrar, de mitificar. Ni la íntima utopía de dos adolescentes, nos espeta Eve Gil, puede sobrevivirnos.
Imanol Caneyada, El Independiente, Hermosillo, Sonora
Ignacio Trejo Fuentes, Revista Siempre!
"Me pareció muy profunda, sobre todo muy sincera y bien llevada, con el necesario humor, con personajes memorables, una pintura de ese difícil paso a la vida que podríamos llamar adulta si es que alguna vez lo logramos. Me encantó, de verdad, y me alegró poder leerla de un tirón porque eso es lo que reclama, una lectura atenta y emocionalmente comprometida. El lenguaje está perfecto, tratado con liviandad y a la vez con conocimiento.
Luisa Valenzuela, carta personal a la autora.
"Réquiem por una muñeca rota trata entre otras cosas, de ese espanto que es la belleza, de la carne triste con que se fabrica la pulpa de las flamantes páginas de las revistas de moda: niñas explotadas, futuras señoras suicidas, empelucadas, delirantes o sólo anoréxicas en el mejor de los casos. Figuras que venden el cuerpo en las revistas y las secciones de espectáculos de los diarios y que, a la vez, tienen que representar el papel de castas hijas de familia en las secciones de sociales. Esa falsa moral, en este país de doble vista, rompe a las niñas, la despedaza como muñecas y, sin embargo, preserva aquellas partes del cuerpo que podrán concebir hijas que también serán muñecas rotas.
Ana García Bergua, La Jornada
"Gil concibe un lenguaje en el que la ironía lleva de la risa a la reflexión, en una vuelta de hoja. Situaciones sencillas son precedidas por momentos de tensión, donde las palabras se convierten en una denuncia en contra de la violencia sexual. La anécdota central se eslabona linealmente, lo que da como resultado una lectura ágil e interesante.
Marduck Obrador Cuesta, La Jornada
"Se trata de una intensa bildungsroman, tal vez la primera de calidad que produce esta generación de narradoras.
Agustín Cadena, Hoja por Hoja de Reforma
"Eve Gil la escribe como una mujer casi niña que emplea, por juego o por placer de curiosidad, las palabras temibles del primer deseo en un estilo efervescente, por momentos arrebatado como el primer beso, en otros terorífico como la violencia sexual.
Francesca Gargallo, contraportada primera edición.
"Sin embargo, la autora, insatisfecha con la sublimación trágica de las heroínas, da un último y magistral golpe de timón y vuelve a invocar al lobo con sus colmillos grises y cotidianos, con su aliento anodino, para arrebatarnos hasta la última posibilidad de creer, de idolatrar, de mitificar. Ni la íntima utopía de dos adolescentes, nos espeta Eve Gil, puede sobrevivirnos.
Imanol Caneyada, El Independiente, Hermosillo, Sonora